En una ocasión compré todo los números de la Tontería De NaDidad.
¡Ya os podéis imaginar lo que hice el 22 de diciembre!
Festejé, a lo grande, cada número que salía.
La gente me miraba con envidia.
Algunas personas como queriendo matarme por haberla privado de esa grande suerte mía.
Por haberles robado “su dinero”.
Pero no hacían ascos a un poco de champagne (sí del de verdad, Dom Perignon del auténtico, no estaba yo para “cavas cualesquiera”) ni al caviar Black Beluga. Lo mejor de lo mejor.
Sí, fue un pastón, pero la ocasión lo merecía:
¿Quién había podido, antes que yo, comprar TODOS los boletos de la emisión navideña completa de Tonterías Y Apestas Del Pestado?
¿Y quién había podido celebrar cada bola que salía?
Así que yo estaba en el noveno cielo.
¡Era el ganador absoluto!
Salí en todas las teles, en todos los periódicos, celebrando cada número.
Ya no necesitaban, los medios, decir dónde se vendió cada boleto. Ni dispersarse por doquier para buscar “agraciados”. Yo los tenía todos y concentraba, en mí, todos los afortunados. Y estaba allí mismo, presente en el salón de sorteos.
Me dedicaron horas y horas. Salí en todos los medios, en todos los noticiarios.
Al día siguiente mi contable me dijo la verdad:
Había ganado TODO. La totalidad de los premios.
Sí, pero lo que había gastado para ganar ese 100% de todos los premios, era el 143% de esa misma cuantía.
Vamos, de 100 que gasté recuperé sólo 70.
Y, luego, Hacienda (que somos tod@s) se me llevaba un 20% más de ese 100%, es decir, había gastado 143 y encajé 80. O había gastado 100 y encajé un poco menos de 60
Si le descontamos lo que me gasté en “celebraciones” (un día es un día, ¡Hips!), me quedó apenas el 69% de ese 143% inicial. O el 48% de esos 100 que gasté.
Si los medios dedicaran el mismo tiempo por cada euro que alguien gane o pierda en la lotería, nos daríamos cuenta de la estafa que supone este engañabobos.
Y dónde deja a quienes juegan a este… lo que acabo de escribir.
Nos pasaríamos el año viendo y oyendo los testimonios de millones de personas que perdieron dinero.
La mayoría durante toda su vida de loteríadictas.
Los breves momentos en que saldría alguien premiado en la caja tonta, seguro que nos tocaba durmiendo o yendo al baño.
La esperanza matemática de la Lotería De Navidad española es de apenas un 60%, teniendo en cuenta que Hacienda (somos tod@s) se queda con un 20% de lo que pase de 1500 euros de premio.
Esto no quiere decir que tienes un 60% de probabilidades de ganar el gordo, ni siquiera de llevarte algo, sino que, significa que, a la larga, perderías casi la mitad del dinero que jugaras. Por mucho que jugaras.
Solo que te engañan enseñándote tan solo una cara de la luna. La brillante.
Es decir, quien juega, juega a perder. No a ganar. Ni de lejos.
Salvo el Pestado.
Ese siempre gana.
Por eso nos “engana”. Y los medios le hacen el juego, porque todo el mundo mira como abobado.
De cada euro que te gastes, a la larga, solo recuperas 60 céntimos.
Y es la lotería que da mayores beneficios y en la que más probabilidades tienes de ganar. Las demás son aún peores.
La gente cae en ello por la presión de ganar dinero en que estamos en esta sociedad, y por la visión parcial e hinchada que nos dan de este fenómeno, de este adorado juego de azar.
Además, ¿Es democrático un juego en que la inmensa mayoría pierde?
¡Dejemos de jugar a “demócratas”, seámoslo de verdad!
¡O reconozcamos que no lo somos!
Ni de lejos.
Ger GERTZEN